Dada la crucial importancia del cambio conductual del paciente en el abordaje de un riesgo cardiovascular (RCV) bajo es primordial conseguir su implicación. Para ello, se puede comenzar con mantener una conversación con el paciente para ayudarle a entender la relación entre conducta, salud y enfermedad. Así, mediante la formulación de preguntas sencillas, se puede involucrar al paciente en la determinación de cuáles son los factores de riesgo que debe cambiar, cuáles le pueden resultar más difíciles, y proceder a diseñar con él el conjunto de estrategias para modificar su estilo de vida. Asimismo, para el éxito de la adhesión del paciente, es importante la realización de un seguimiento de su progreso mediante visitas de control, que puede llevar a cabo el personal de enfermería.
Los tres pilares de un estilo de vida saludable son: eliminar el tabaquismo, llevar una dieta saludable y evitar el sedentarismo, y todos requieren el consejo profesional.
Para el primero de ellos, habrá que averiguar si el paciente es fumador, qué grado de adición tiene, cuál es su disposición para dejar de fumar. Además del consejo firme de que debe abandonar el hábito, debe contemplarse recurrir a la terapia de sustitución con nicotina o al tratamiento farmacológico si es necesario.
En cuanto a la elección de una dieta sana, la imagen del plato saludable ayudará al paciente a crear fácilmente distintos menús adecuados. De ese modo, el objetivo de un RCV bajo se conseguirá mediante diversos mecanismos, como la disminución del peso, el descenso de la presión arterial, el control del colesterol y la glucemia.
Por último, se debe aconsejar aumentar la actividad física diaria, siempre en función de la edad y el estado de salud del paciente. La realización a diario de ejercicio físico moderado contribuye a la consecución del RCV bajo.

La enfermedad cardiovascular es la principal causa de muerte prematura en los países occidentales. No obstante, en la mayoría de los casos puede controlarse con solo llevar un estilo de vida adecuado. Así pues, tener un riesgo cardiovascular bajo está en sus manos. ¿Qué le parece empezar por conversar con su médico acerca de él? Podría ayudarle a entenderlo mejor, a resolver sus dudas, a determinar qué modificaciones podría ser necesario que realizara, qué dificultades podría tener y, tras decidirse a cambiar, podrían trazar un plan para conseguir sus objetivos.
Los principales factores de riesgo son: el tabaco, la vida sedentaria y una dieta inapropiada. Cambiar estos hábitos, que seguramente han sido habituales en su vida durante mucho tiempo, es difícil, y mucho más mantener los cambios en el tiempo, pero se trata de fijarse pequeñas metas asequibles y de ir progresando hasta lograr el objetivo. Para ello, cuenta con la ayuda de su médico, que será su gran aliado.
Si es usted fumador, esta puede ser una ocasión para dejar de serlo. Si su grado de dependencia le parece insuperable, sepa que hay tratamientos con los que su médico le podrá ayudar; no estará solo.
En cuanto a llevar una dieta saludable, como puede comprobar en la imagen de la infografía, no es algo difícil de recordar. Se trata básicamente de seguir una dieta mediterránea, es decir, preferir frutas y verduras variadas, así como carnes y pescados frescos, limitando los alimentos menos saludables como los productos elaborados, azucarados o refinados. También es importante moderar las porciones y mantener las proporciones entre los distintos alimentos.
Por último, es recomendable mantenerse activo. Contarán pequeños logros como subir las escaleras en vez de coger el ascensor, caminar más, nadar, bailar…